Los comicios de ayer dibujaron una jornada curiosa para el
istmo, elevando a Panamá como un país mundialmente ejemplar en manejo de
elecciones presidenciales, recibiendo el aplauso y admiración de la comunidad internacional,
la cual estuvo presente en la figura de los observadores internacionales, de
todos los medios nacionales e internacionales y de los tantísimos residentes
extranjeros (como una servidora).
El gobierno entrante tiene un hermoso gran reto: “transformar
el crecimiento económico en calidad de vida”, reto que asume el Sr. Juan Carlos
Varela quien junto a su equipo humano, contra toda encuesta y contra todo embate, venció cómodamente estos comicios. Junto a su familia, inició la jornada a las siete de la mañana
en Pesé, primero rezando, luego votando y recorriendo el país y terminó la jornada invitando a todos a
celebrar y junto a su esposa, le pidió a todo el pais que hoy lunes cinco de mayo, se enarbole la única
bandera que lo define que es la panameña.
Si les parece, revisemos la jornada electoral…
Lo que ayer vivimos en un marco de aparente civismo, nos
regaló diversas escenas de variado sabor
pero sobretodo, algunas lecciones de verdadera política:
Observo principalmente dos elementos y en ambos, me encanta notar
lo que implican para este país, que siento como propio:
1) Las campañas sucias no son un arma en Panamá, al menos no
para vencer. No es cuestión de pactar ni firmar el no hacerlas, es que el
votante -que es la ciudadanía- las rechaza.
2) Los debates ya son parte de la política nacional. Nunca
antes habían tenido relevancia para quienes iban arriba en las encuestas. Ahora
ya son parte clave de una campaña. Si quieres ganar, debes tener un discurso sólido y saberlo
defender. Debes contar con suficiente experiencia en gestión pública y ser
capaz de mostrar al amplio colectivo de votantes, tu plan estructurado y
definido, de forma que todos entiendan la propuesta.
Ambos, son elementos que demuestran que el pueblo panameño hoy
es sumamente crítico y exigente.
Al ver los resultados que hasta el momento tenemos en el
hemiciclo, vemos que el pueblo ha elegido a los diputados por su nombre y no
por su partido. Este es un dato curioso que resuelve las dudas sobre qué iba a
suceder con los tránsfugas…
Pero sobretodo, lo vivido ayer demuestra que el pueblo
panameño quiere un país democrático, con verdadera separación de poderes.
Quiere proyectos sociales, obras con rendición de cuentas, equidad y políticas
sociales.
Dicen también que el vencedor en las presidenciales fue
quien menos invirtió en publicidad de los tres candidatos que se disputaban la
victoria. Esto implica, por un lado, que el pueblo panameño no reacciona
favorablemente ante el exceso de inversión política. La palabra “derroche” sonó
mucho en los últimos meses al referirse a lo que se estaba viviendo en los
medios y en las calles. Y por otro lado, nos demuestra que en publicidad
política prima la calidad del mensaje, versus la cantidad, ya que no es lo único
que te abre las puertas a la voluntad del votante.
A fin de cuentas, vencer en las elecciones en una Panamá democrática,
con plena madurez de auto-gestión, en su mayor auge en materia de desarrollo
económico y con innegable soberanía, cómo todas las cosas importantes en esta
vida, es cuestión de actitud.