Al crecer aprendes a apreciar cosas en las que antes no
habías reparado y comienzas a valorar una parte de tu mundo que otrora no
parecía significativa.
Un día comencé a notar la presencia de los grandes guerreros
de mi ciudad, hombres y mujeres que luchan a diario para darle sentido a la vida propia y la de los demás, favoreciendo vidas como la mía y la tuya... Seas o no consciente de ello, el que puedas optar a llevar tu vida adelante en la ciudad, depende de que la maquinaria que se mueve a tu alrededor no deje de moverse...
Como es lógico, tendemos a creer que la lucha de los adultos más admirable es la que tiene relación con su capacidad de trabajo. En gran parte es cierto: en Panamá la batalla semanal va de lunes a sábado, respirando el estrés y la baja calidad de vida de la
ciudad (ruido, tráfico, contaminación visual) e implica superar barreras físicas y emocionales varias
veces al día. Pero a pesar de lo duro que esto resulta y la voluntad que se necesita para superarlo a diario, hay mucho más a observar que la mera capacidad de trabajo del
individuo, a la hora de identificar a un verdadero guerrero urbano...
Con el pasar de los años empiezas a ver más allá de lo obvio
y comprendes que la verdadera naturaleza que define a los guerreros de la
ciudad se hace visible también en su día de descanso, o incluso en sus momentos
de ocio y diversión en general.
El ser humano puede mecanizar su voluntad cuando sabe que
hay una compensación económica en juego, pero la verdadera naturaleza de cada
persona se demuestra cuando sus acciones se basan en un ideal y se cubren de un
manto de valores positivos, incluso cuando nadie los observa y no solo eso, cuando
nadie les paga por ello.
La verdad es que ser valiente, más allá de atreverse a confrontar
la adversidad, implica atreverse a vivir de forma consciente y bajo la total
inflexibilidad con la que debe salvaguardarse la ética en cada acción vital. Y admiro a quienes -en su tiempo libre- son
capaces de mantenerse firmes en los principios de respeto al prójimo y respeto
hacia sí mismos y no sólo eso, llevar ese respeto a la acción.
Los guerreros de mi ciudad saben festejar con alegría los
momentos especiales pero sin interferir en la tranquilidad o felicidad de los
demás, jamás se amparan de su “propia libertad” de “divertirse” para justificar una falta hacia la libertad de otros.
Los guerreros de mi ciudad son magníficos seres humanos,
hombres y mujeres por igual, que nos inspiran a ser mejores, pues son capaces
de encontrar la felicidad en medio de la simplicidad, conectados con su
realidad y su enorme capacidad de trabajo la invierten en lo que creen que es
bueno, algo que a menudo se suma a lo que “ya hacen” para “ganarse
la vida”.
Lo más interesante es que este esfuerzo extra que hacen a
favor de su familia o por su comunidad, lejos de agregarles peso, les aligera el
equipaje y contribuye a que su vida sea mucho más placentera.
Los guerreros de la Ciudad de Panamá existen, son reales y trabajan
muy duro, pero lo hacen de lunes a domingo.
Sí, la vida del guerrero auténtico
es de siete días a la semana, pues no se apartan de sus obligaciones más
humanas, ni siquiera en su día “libre”; al contrario, adoran usarlo para lo que más valoran:
1.
compartir tiempo de calidad con los suyos
2.
crear sonrisas para los demás
3.
llevar a cabo una caminata a favor de algún colectivo
que necesita de su solidaridad, ser ejemplo de práctica de deporte al aire
libre y con ello promover salud y valores
4.
ser ejemplo de respeto hacia la naturaleza
5.
ser ejemplo de orden al hacer la fila en la caja
del supermercado
6.
dejar el cine limpio tras disfrutar una película
7.
respetar el descanso de los demás en su día libre
8.
promover alguna acción cultural
9.
invitar a su familia a descubrir algo nuevo de
su país, en un museo o exposición
10.
hacer turismo interno
…o cualquier otra de estas admirables actitudes que lideran
y promueven los verdaderos Guerreros de la Ciudad de Panamá.
Otros ciudadanos, en cambio, prefieren centrar su energía en
criticar las decisiones, acciones u opiniones de terceros con gran esmero y sin
necesariamente construir sinergias positivas al hacerlo. Éstos, diría que a menudo
solo hacen simples llamados de atención, usando medios que tienen a su alcance
y que les permiten asegurar un mínimo de audiencia, como las redes sociales, usadas a
modo de foro de “libertad”, pero sin filtro alguno (ni de calidad ni de veracidad). Los
argumentos de estos “foros” espontáneos terminan siendo tremendamente inconsistentes,
especialmente por la falta de base moral, profesional o técnica de sus “jueces”,
cuyos actos de escrutinio público por lo general promueven el enfoque hacia lo
negativo o en vez de promover constructivismo cívico, social, ético y cultural.
Si éstos últimos supieran que se logra más creando
iniciativas positivas y trabajando para llevarlas a cabo, que no
desprestigiando las iniciativas de terceros...Si supieran que cuando señalas a
alguien, hay tres dedos que te señalan a ti… Si supieran que con la vara que midas
resulta ser exactamente la misma con que te va a medir la vida… Quizás se retirarían
mucho más temprano para, levantarse el domingo, justo con la salida del Astro Rey, para aprovechar cada minuto de luz, haciendo que merezca la pena ese grandioso séptimo día en que se nos permite renovar nuestros compromisos con el bien común.
Nuestros guerreros son ejemplo de hacer el bien, sin mirar a quien y también mirando por los suyos, siempre con consciencia, para que el esfuerzo sea un multiplicador de bien, con una admirable visión periférica pero detallada a
la vez, observando el mundo con la vista del águila, la de la mosca la y del
caballo, todas al mismo tiempo…
A los demás, nos queda tanto por aprender... la suerte es que están por todas partes, hay muchos, solo tenemos que prestar atención, observarlos e integrar ese nivel de conciencia en nuestras propias vidas, pero es que la verdadera vida comienza cuando dejas de pensar en la vida que "crees que has de hacer" para comenzar a vivir la vida que te lleva a "creer en ti"...
Al fin y al cabo, madurar, asumir responsabilidades y
convertirte en un multiplicador de un efecto positivo para tu comunidad,
asegurando el mejor futuro de ésta, no necesita de riqueza ni cargos de poder,
simplemente y como todas las cosas importantes en esta vida, es cuestión de
actitud.
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