1. Un País de Reinas
La República de Panamá es uno de los países del mundo que
tiene más necesidad de integración de plumas en sus celebraciones populares. Me
refiero a plumas de aves, de diversas
especies, totalmente naturales (locales o importadas) y teñidas en todos los
colores, cuanto más brillantes mejor....!
Éste es un país de Reinas, pero que se toma la Fiesta muy en serio.
Éste es un país de Reinas, pero que se toma la Fiesta muy en serio.
Aquí se persigue la excelencia en todo lo que envuelve la
vida de una Reina, con su maquillaje, peinado y atuendo… y con su fabulosa puesta
en escena, precedida de una labor titánica, en la que se invierten grandes
sumas de dinero.
Hay que entender que el esplendor de una Reina sobre su
carro alegórico persigue opacar todo a su alrededor, (incluso a sí misma en su
aparición anterior) es por ello que la creatividad y la abundancia suelen ser
dos elementos recurrentes.
No hay reina que se precie que no quede envuelta en
arquitectónicas estructuras de alambre rellenas de seda, plumas, lentejuelas y
pedrería, simbolizando de forma alegórica algún personaje histórico, mítico, o
emulando a alguna emblemática especie de nuestra apabullante y única biodiversidad.
Para el mero observador, hay todo un mundo, tras este plumaje, que desconoce…
Por supuesto, quienes
hacen de pilar del reinado suele ser la familia que, por lo general, goza de cierto abolengo ya que con frecuencia
se trata de dinastías. Las reinas prácticamente “nacen”, se educan, pulen y "producen",
junto a todo su impresionante marco de
aparición.
La labor previa a su presentación formal toma el año entero.
Aún más cuando esa “corona” estaba designada desde su nacimiento; en esos casos,
se vive desde mucho tiempo antes del “gran momento”, lo que -no podemos negar- le
brinda un encanto extra al universo del Carnaval istmeño.
Y tal y como sucede en los reinos de ensueño, aquí no hay Reina
sin cortejo. En este caso, la Corte vendría a ser lo que en Panamá se conoce
como Tuna, un colectivo asociado, sumamente organizado y apasionado por su
misión, todo para que su Real Majestad desprenda lujo, elegancia y mucha
belleza.
La vida de la Tuna es de total entrega a la causa. A veces cuenta con varias decenas de miembros cuyo objetivo común es asegurarse que “Su Reina” brille más que el Sol. O que la Luna… Pues tiene comparecencias diurnas y nocturnas durante toda la semana de Carnaval. Una semana que se convierte en una maratoniana sesión de “tirar” besitos al aire, saludar a los presentes, bailar al ritmo de la Murga y estar impecable 24 horas…
Piensen que la presión de la Reina y su Tuna es enorme, pues a pesar del indiscutible carácter Soberano de Su Majestad y del lujo que despliegan sus presentaciones, por lo general tiene a una rival que pretende imponerse en belleza, donaire, elegancia y LUJO. Así pues, tan importante es la reina como la calidad de su séquito.
Podemos decir que "una reina no hace Carnaval", porque se trata de que eclipse por completo el ambiente, en medio de una explosión de oropel, plumas, lentejuelas, maquillajes y peinados elaboradísimos. Un furor que crece con los cantos llamados “tonadas”, que gritan las tunas, con los cuales persiguen el doble objetivo de enaltecer a “sus reinas” y “desprestigiar” a las de “los otros”. En Panamá, cada Reino, si bien no tiene dos castillos, les aseguro que tiene dos reinas, con lo que la rivalidad está servida…
La vida de la Tuna es de total entrega a la causa. A veces cuenta con varias decenas de miembros cuyo objetivo común es asegurarse que “Su Reina” brille más que el Sol. O que la Luna… Pues tiene comparecencias diurnas y nocturnas durante toda la semana de Carnaval. Una semana que se convierte en una maratoniana sesión de “tirar” besitos al aire, saludar a los presentes, bailar al ritmo de la Murga y estar impecable 24 horas…
Piensen que la presión de la Reina y su Tuna es enorme, pues a pesar del indiscutible carácter Soberano de Su Majestad y del lujo que despliegan sus presentaciones, por lo general tiene a una rival que pretende imponerse en belleza, donaire, elegancia y LUJO. Así pues, tan importante es la reina como la calidad de su séquito.
Podemos decir que "una reina no hace Carnaval", porque se trata de que eclipse por completo el ambiente, en medio de una explosión de oropel, plumas, lentejuelas, maquillajes y peinados elaboradísimos. Un furor que crece con los cantos llamados “tonadas”, que gritan las tunas, con los cuales persiguen el doble objetivo de enaltecer a “sus reinas” y “desprestigiar” a las de “los otros”. En Panamá, cada Reino, si bien no tiene dos castillos, les aseguro que tiene dos reinas, con lo que la rivalidad está servida…
2. Calle Arriba y Calle Abajo (y calle de “En Medio”)
El popular “Calle Arriba” y “Calle Abajo” responde a la necesaria
satisfacción de la dualidad del ser humano… No hay lleno sin vacío, no hay día
sin noche y no hay Calle Arriba sin Calle Abajo. Esta es una rivalidad
simbiótica, sin la cual no hay Fiesta y que, sin duda, nos regala momentos
únicos, como el conocido bajo el nombre
de “topón” que, por su deducible raíz
etimológica, nos da pistas sobre el potente valor del encuentro frontal… Toda una
experiencia que, para creerla hay que
vivirla, pero, para gozarla de veras está claro que hay que haberse criado en
ella.
En los últimos tiempos, llegó a tal punto el deseo de participar
en los pueblos, que en algunos casos, a la pareja de habitual majestuosidad se
le ha sumado la de “En Medio”, solo en algunos pueblos han logrado que su
fiesta sea un triunvirato real… Pero los pueblos de mayor tradición, fama y por
ello, de mayor concurrencia -y atención mediática y turística-, se han sabido
mantener en la poderosa rivalidad dual. Es comprensible, como sucede en un “clásico”
o en una “final” de fútbol, la emoción está cuando el trofeo se lo
disputan entre dos…
3. Los Culecos
Pero no todo queda en el glamour de las noches engalanadas,
el día también reclama su lugar con la contrapartida a la elegancia nocturna,
regalándonos la veraniega estampa de los otros momentos representativos durante
la Semana del Carnaval:
Bajo el sol inclemente de la República de Panamá, la semana
de carnaval se define a diario por los famosos “Culecos”, que se viven en los “Culecódromos”,
instalados en plena calle principal, o en
el parque más grande del pueblo, dónde cientos - o miles- de entusiasmados
acudientes, bailan a diario, durante la
semana entera, al panameño ritmo del reggaetón. Esta es la Fiesta bajo el agua,
en la que, ataviados con ropa cómoda y ligera sobre el vestido de baño y con los
más originales sombreros, pelucas y lentes de sol de todos los colores, los
invitados reclaman el agua que les rocían desde lo alto de grandes camiones
cisterna.
El secreto está en el agua y el volumen de la música, por
eso se instalan los más potentes equipos de sonido, responsables de atraer a
todos al Culeco… Ya se imaginarán que aquellos que tras la emoción vivida en la
noche prefieren dormir, no lo logran, pues no hay tapones que silencien ese
ritmo que no cesa…
...y a deducir por la gran cantidad “coolers”, es decir, de neveras portátiles, que inundan el área del Culeco, cabe suponer que la cerveza, el seco y el ron se consumen a galones para apagar la sed o quizás para mantener un cierto grado de “desconexión parcial” de la realidad… En esos momentos es cuando el pueblo presente entra en una anhelada catarsis que le da sentido a todo; Una verdadera terapia descongestiva que le permite soltarse por completo y además con Visto Bueno real y “oficial”.
Así pues, el Carnaval, como sucede en muchas culturas, aquí
se vive como un pase a la libertad momentáneo; un descanso al formalismo al que
nos obliga la vida diaria, que lleva a muchos a lo que -en buen panameño- se conoce como el “destrampe”. Lo lamento, hay que
vivir en Panamá para comprender el concepto en su totalidad, pero obviamente se trata de una tipología de "desorden"
festivo que, si bien le da sentido a la actividad, a muchos los lleva inexorablemente
a regresar a su hogar con un buen resfriado, jaquecas u otras consecuencias más
comprometedoras......y a deducir por la gran cantidad “coolers”, es decir, de neveras portátiles, que inundan el área del Culeco, cabe suponer que la cerveza, el seco y el ron se consumen a galones para apagar la sed o quizás para mantener un cierto grado de “desconexión parcial” de la realidad… En esos momentos es cuando el pueblo presente entra en una anhelada catarsis que le da sentido a todo; Una verdadera terapia descongestiva que le permite soltarse por completo y además con Visto Bueno real y “oficial”.
…Como sea, cada quien lo vive a su manera...
4. Alternativas al desorden carnavalesco
Hay quien opta por vivir la Semana de Carnaval en
un retiro espiritual, aprovechando que hay una semana libre y que se acerca la
cuaresma.
Otros, que en su tiempo libre lo que buscan es tranquilidad (como es
en mi caso), el Carnaval es ideal para hacer turismo o para ir a descansar en
la playa o en la montaña…
5. Pero sea como sea, todos vamos Rumbo al Carnaval!
Sí. Se acerca el 13 de febrero, así que todos estamos rumbo
al Carnaval. Sea cual sea lo que hagan durante el mismo, en Panamá es algo que
no podemos negar…
Se siente en el ambiente, se siente en las redes sociales,
se siente en las conversaciones de pasillo, se siente en el aire… Y por si a
alguien le quedaba alguna duda, iniciaron las actividades previas a la fiesta, que ya van anunciando lo que llega, como las
Izadas de Bandera, los ensayos de las tunas o las Galas, como la Gala de
Reinas, que fue el pasado viernes, en la Ciudad de Panamá, que por vez primera
concentró a una retahíla de Reinas de Carnaval juntas en una sola fiesta, ¿se
lo imaginan?
El Centro de Convenciones Vasco Núñez de Balboa del Hotel el
Panamá, a pesar de su gran tamaño, quedó atestado de gente, en la que fue la Primera Gala de Reinas de
Carnaval. ¡Qué locura! La noche reunió a nada menos que 29 de las Reinas de
Carnaval de la República de Panamá, en una concentración de plumaje que nunca
antes había sido vista…
El evento se llenó primero con sus cientos de invitados,
entre ellos, las autoridades de Turismo, Municipales y de Carnaval, pero el
lleno lo completaban los familiares de todas las participantes y, sobre todo, sus séquitos. Éstos, compuestos de
los indispensables estilistas, diseñadores de vestuario, asesores y demás
expertos, sin los cuales el resultado
jamás sería el mismo.
Bajo el sonido de la “murga” más auténtica y “carnavalera”, la sala se tornó en una inmensa pasarela que
no cesaba de crecer, hasta que todo quedó atestado con ese tejido multicolor en
constante movimiento, con todos los colores posibles que alguien puede
imaginar.
Todos los medios informativos, fotógrafos y periodistas
presentes estallaron en una explosión de flashes y se “prendió” el evento con
la salida de la primera reina… La aparición de soberanas no cesaba, en un
desfile bajo estallidos de confeti, música y aplausos… Hubo un momento en que los
presentes ya no sabían hacia a dónde apuntar sus celulares…
Y qué decir del donaire de las soberanas, nos dieron una
lección de amor por las tradiciones, especialmente alguna que cargaba
estructuras inmensas sobre sus hombros o alrededor de sus rodillas y que, no
por ello, dejó de bailar ni un momento, al
ritmo de la murga y con sus brazos en alto todo el tiempo para lanzar los más elegantes
saludos a los presentes, siempre con una inmensa sonrisa. Hay que admitirlo,
fue espectacular.
Pero con este evento, apenas vivimos una presentación sin
precedentes que -para colmo- no fue sino una mera antesala… Un aperitivo para
el “gran momento”, en el que todas esas plumas volverán a abanicar el ambiente,
durante las noches y días de la semana
más esperada y disfrutada en este país… con su reválida en año nuevo y en otras
festividades en las que se invita a la soberana a presidir el evento… Esto no
cesa.
6. Una vida de Reina
La vida de una Reina no solo se vive entre plumas, pues debe
tener vestuario para cada ocasión. Es así como logra emocionar de veras, regalando
momentos muy esperados; Como cuando deja sus plumas y las cambia
momentáneamente por un elegante vestido largo, de noche, con brillo, telas satinadas,
intrincados recogidos y mucho lujo de complementos, eso sí, los elevadísimos
tacones y el laborioso maquillaje se deben mantener, “Reina es Reina”, dicen los expertos.
Y diría que nada se compara a la emoción que suscita la
entrada de Su Majestad en un traje típico! Una reina empollerada, con la corona
entre tembleques, mostrando su pollera con esa gracia heredada, que muy pocos podrían alcanzar a imitar… Sin
duda alguna, en la noche típica, en pleno corazón del carnaval, cuando la Reina
sale en su pollera es cuando tenemos la suma de todos los lujos.
En cualquier caso, deben saber que no se trata tanto de lo
que una reina lleve, sino de cómo lo luzca... No se trata tanto de cuánta gente
haya en una tuna, sino de qué tan acompasados canten y la acompañen.
Así pues, a quienes se preguntan cómo logra la República de
Panamá esa magia año tras año, parando el país para dar paso a esta fiesta
única, que atrae a locales y a turistas y que lleva irremediablemente a vivir
el Carnaval, de día y de noche, por
grandes y pequeños, año tras año, les diré que, como la mayoría de logros en la
vida, es Cuestión de Actitud.