El 2014 ya cerró el capítulo Carnavales 2014, dejando atrás
ese momento tan anhelado para los panameños, así que ya nos precipitamos
veloces hacia el último "lapso" antes de la larga recta del lluvioso invierno que es la Semana
Santa.
El Carnaval de Panamá suma tradiciones que se suceden bajo un
curioso "orden" que bajo una magia alimentada de la tradición, favorece un curioso “desorden”.
(Nota aclaratoria: La palabra “desorden” en Panamá se usa
para describir la diversión -algo desatada-
fruto de elementos que le ponen fin a la tranquilidad, organizados o no,
a veces por causa de algo o alguien que “instiga” a desmadrarse).
Así pues elementos
indispensables de las ya vencidas fiestas, como los “Culecos”, “Topones”,
“Pe-haches”, “Bailes”, "Mojaderas", "Tunas, "Murgas", "Grillos", "sus ocupantes".... un generalizado look de playa incluso tierra adentro y lentes de sol de todos los colores posibles, se
traducen hoy, días más tardes con restos de quemaduras solares y demás efectos, derivados de la sucesión de
eventos que componen la cartelera más respetada y tradicional de las fiestas populares en este
pequeño gran país.
Los actos de la semana del Carnaval, conforman -de frontera a frontera- una agenda
diaria inapelable, cuyas verdaderas protagonistas
son las Reinas de cada “Calle Arriba” y “Calle Abajo” de cada pueblo, cada isla y
de cada rincón. Ello incluye a la ciudad Capital, con su Reina y Princesas que en los últimos años ha
elevado la calidad del programa de eventos y de la oferta en general, integrándose
el Carnaval “Metrocity” al menú turístico de la República de Panamá.
Diría que las fiestas de Carnaval se viven en Panamá (como
en tantos otros países) como una vía de escape al estrés acumulado del año, sobre
todo en los últimos tiempos en que la Navidad y el fin de año, lejos de ser el tiempo
de júbilo y renovación, se tornan cada vez más en una triste apología del consumismo exacerbado y excesos indigeribles.
Así pues cabe sospechar que debido a lo desgastante que es el fin de año, al
llegar el mes de febrero en pleno verano
panameño se vive la semana de Carnaval como una inapelable catarsis, un verdadero
método de eliminación de la tensión mental y física producida por las deudas,
las enfermedades y los miedos. De hecho, tiene elevados resultados en lo último
ya que desaparece el miedo al Dengue, al Anta virus y a tantos otros patógenos
habituales…
Si bien para lograr el cometido del Carnaval, éste precisa de mucho licor y grasas saturadas, notamos que a diferencia de las fiestas de fin de año, las fiestas del Rey Momo sí “otorgan” el fenómeno
del júbilo tal y como muestran los rostros de sus participantes, a lo largo de mas de cuatro días de desenfreno. Es por todo eso se conoce a esta fiesta, más allá de por sus actividades, por el peso de sus consecuencias... Sin
embargo, pareciera que el 2014 trajo más cordura que nunca o “más orden dentro
del desorden”, según reportan los "veteranos" amantes de esta fiesta.
La verdad, muchos somos los que estamos atónitos por la
excelencia del carnaval 2014, que se pre-proclamaba el “Carnaval de la
política” en un tono con clara intención de elevar la preocupación general por
lo que ello pudiese implicar y sin
embargo, dicho por “carnavaleros expertos” con edades comprendidas entre los 40
y los 60 años, “Éste ha sido el mejor carnaval en décadas”! Los motivos se
resumen comentando que se ha apreciado una altísima participación con una
bajísima incidencia de eventos no deseables. Es decir, el desorden festivo que
compone la semana que precede al miércoles de Ceniza, ha tenido más orden que nunca y ha permitido que la
diversión fuera mayor.
Se reportaron
menos accidentes y se contaron menos infracciones (menor incidencia de ebriedad
al volante, autos en mejores condiciones, conductores con las licencias de
conducir al día…) y ni el Dengue ni el “Anta” opacaron ni impidieron la exitosa
consecución de la semana más esperada, festejada y re-memorada por los que han
sido “criados” en el Istmo de Panamá.
Sería justo felicitar a todos quienes hicieron posible
que el buen hacer diera lugar a una indudable mejor diversión, en un marco general donde reinó un mayor respeto hacia los demás y hacia uno mismo, sentando
así un interesante precedente.
Al fin y al cabo, lograr que el Carnaval de Panamá sea un fiesta que merzca la pena celebrar y compartir con el mundo es, como todas las cosas importantes en esta vida, cuestión de actitud.
Al fin y al cabo, lograr que el Carnaval de Panamá sea un fiesta que merzca la pena celebrar y compartir con el mundo es, como todas las cosas importantes en esta vida, cuestión de actitud.
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