viernes, 5 de agosto de 2016

LA OTRA ARENA: PRIMEROS JJOO EN SUR AMÉRICA




Cada vez que se acercan unos JJOO el mundo pareciera interesarse por algo más que el mero rendimiento de los atletas. Fuera de las arenas hay una “segunda cancha” cuyos contendientes se resumen en medios, fuerzas del orden, organizadores,  gentes del lugar y políticos.

Amo los grandes eventos, yo misma fui abanderada oficial en el estadio olímpico durante la Ceremonia de Clausura de los JJOO de Barcelona’ 92 y siempre me emociona ver a tantos países juntos celebrando el deporte en un convivio de la tolerancia y  hermandad. Entre el ruido noticioso de cada cita olímpica, aparecen esas pepitas de oro… historias individuales y sorprendentes de atletas con un pasado de increíbles dificultades y cuyo testimonio de superación personal se convierte en fuente de motivación para todos quienes hoy enfrentan algún tipo de lucha interna o viven una situación difícil.

Desde los medios, desde los foros públicos, desde los gobiernos, más allá de las justas deportivas y de los logros de los usuarios de la aplicación Pokemon Go, deberíamos prestar algo de atención a los gritos silenciados. A menos que prefiramos ser simples marionetas de un producto de mercadeo político y económico que usa a los pueblos para el bien de unos pocos desalmados a costillas de muchos inocentes. Cada quien es dueño de su respuesta a eso...

El alcalde de Río de Janeiro, el Sr. Eduardo Paes, no ha parado de hacer declaraciones triunfalistas que poco se centran en el rendimiento de los que se dejarán el sudor en el torneo… Pareciera que, como buen político, este evento es su oportunidad para demostrar liderazgo y para “hacer historia”.
El continente es más importante que el contenido…

¿Se acuerdan del BRIC? Hoy nos cuesta comprender que BRASIL fuera la primera de las cuatro letras de este concepto de proyección de mercados… Pareciera que pasaron siglos desde que el país de la samba liderara el bloque de los cuatro jinetes en ascenso hacia el dominio mundial de los mercados. Tal parece que ni la genialidad creativa de un gran director de cine ante la inminente ceremonia inaugural, ni la inversión millonaria en infraestructuras, pueden evitar que millones de personas de alrededor del mundo observemos con lentes caleidoscópicos la gran realidad, esa que nos  supera a todos, incluido a Paes .

Entiendo que de los políticos se espera básicamente que sean capaces de posicionar sus áreas geográficas de competencia para que sean más atractivas a la inversión y hacer lo imposible para disimular fallos, debilidades y errores… Pero en pleno 2016 no debería tener sentido este tipo de objetivo si no es de forma sostenible. Por lo menos deberían tratar de mantener al contribuyente satisfecho de pagar sus impuestos. Claro que en el caso concreto de Brasil, la mayor parte de la ciudadanía ni tan siquiera aplica a “contribuyente”.

En esta gran celebración,  nos hallamos frente a un país dividido con dos realidades.
No es ningún secreto que la ciudadanía en el país está descontenta por la celebración de los Juegos, pero según el alcalde Paes, la situación es positiva, favorable y plausible. Concretamente éstas han ido siendo sus palabras:

"Aprendí con el exalcalde de Barcelona (Pasqual) Maragall que hay dos posibilidades: o los Juegos se sirven de la ciudad o la ciudad se sirve de los Juegos. Río va a aprovechar los Olímpicos y nuestro legado será mayor que el de Barcelona", aseguró ante la prensa Paes, junto al ministro de Deportes del país anfitrión, el Sr. Leonardo Picciani.

Ante el cuestionamiento de los medios por el uso de las instalaciones olímpicas tras los Juegos, el alcalde carioca negó que se hayan construido "elefantes blancos" (así se conocen a esas grandes obras que luego quedan en desuso, como por ejemplo varios de los estadios que precisamente se construyeron para el pasado Mundial de Brasil en 2014). El Sr. Paes textualmente declaró  “No construimos ningún elefante blanco y tengo orgullo de decir que hicimos los Olímpicos más baratos de la historia", afirmando que las instalaciones deportivas le costaron 3.000 millones de reales (que vienen a ser unos 909 millones de dólares) salientes de las arcas públicas y que la mayor parte del gasto, que fue de 4.000 millones de reales (unos 1.210 millones de dólares) salieron íntegramente de empresas privadas. Habría que analizar qué esperan de esta “inversión” dichas empresas… esperemos que entre ellas no haya ninguna vinculada a los muchos escándalos de corrupción política hemos estado viendo en ese convulsionado país.

Para Paes, los Juegos de Río de Janeiro serán novedosos por las asociaciones público-privadas promovidas para poder garantizar la viabilidad financiera de los proyectos y la manutención de las instalaciones que, tras los Olímpicos, pasarán a ser usadas por la población.

En esta línea, el  ministro de Deportes declaró que "el legado es la prioridad del Ministerio. Queremos unificar los equipamientos y trabajar desde la base hasta la cima de la cadena. Vamos a invertir en la iniciación deportiva y en el alto rendimiento", resaltando que la población podrá comenzar a usar las instalaciones en el primer semestre del próximo año. ¿Integra eso un plan de re-socialización de los esclavos del narcotráfico y de los millones de víctimas de la pobreza? No se sabe…

Amigos, busqué y busqué… pero no hallé una sola mención de cómo pensaban las instituciones públicas atajar y aminorar los problemas sociales y la violencia en sus calles,  especialmente aprovechando que se contaba con tan onerosa ayuda. ¿Cómo es posible? En el caso del alcalde carioca tan solo tenía que proponer a los “inversionistas” que donaran “libre de impuestos” un porcentaje de sus “contribuciones” al programa social. Aunque hubiera sido tan solo a nivel de relaciones públicas, para tratar de proyectar algo de voluntad… Pero pareciera que el alcalde Paes no vio en todo ello una sola necesidad de peso.

Digo, para ser justos con el orden de prioridades que ha establecido el alcalde carioca, antes deberíamos valorar qué tan necesaria sería la cobertura de necesidades sociales a estas alturas de 2016… Para ello, además de las afirmaciones victoriosas de Paes, pensé que debíamos observar las cifras oficiales de la “realidad humana y social” del país.

Lamento tenerles que compartir el fruto de estas investigaciones. Pero para que se hagan una idea -y remitiéndonos exclusivamente a datos oficiales del Instituto de Seguridad Pública (ISP)-, tan solo entre enero y junio de este año la región periférica llamada Baixada Fluminense registró 856 homicidios violentos,  un 9% más que en el mismo periodo del año pasado. El número de vehículos robados se disparó en un 22% y los asaltos a mano armada un 33%. A la escasez de efectivos, que parece ser un grave problema desde octubre de 2015 se le suma la “falta de fondos públicos” para pagar las horas extra con que las autoridades hacían frente a la escasez de policías.

Ayer llegó la antorcha a Río de Janeiro  protegida por un fuertísimo  dispositivo policial. Señores, así es como dan comienzo los primeros Juegos Olímpicos que se celebran en América del Sur.

A pocos kilómetros de las cámaras de televisión y el espectáculo deportivo, hay otra antorcha que recorre las localidades de la citada Baixada Fluminense, que rodea Cidade Maravilhosa. Esta segunda antorcha ha sido bautizada como la “antorcha de la vergüenza”, es de color negro y está salpicada de manchas rojas que simbolizan la sangre de las víctimas de la creciente violencia que sacude las afueras de Río de Janeiro. Aquí no hablamos de veinte personas cortando una calle señores, pues su escolta está conformada por nada menos que 10.000 ciudadanos de a pie, que perdieron el miedo a las fuerzas represoras policiales y claman contra el abandono de las instituciones para hacer frente a la inseguridad de una región que, según ellos mismos destacan, es algo que los extranjeros no vemos debido a que no aparece en las postales turísticas.

Pareciera que cuando Brasil se preparaba para el mundial, se instalaron las llamadas Unidades de Policía Pacificadora (UPPs) en las favelas con la idea de combatir el narcotráfico. Según cifras oficiales, esa estrategia disparó el número de homicidios y desplazó a los grupos de narcotraficantes hacia la periferia. El remedio fue peor que la enfermedad pues comenzó una guerra sin cuartel en lo que hasta entonces era un territorio controlado por el poder en la sombra de unas milicias ilegales que controlan a la población con la complicidad de algunos cuerpos de policía “a quienes no les pesa la mano y además su salario es muy bajo”. Lo curioso, informaba esta semana  un vocero de las UPPs, es que cuando se desplazó a los narcotraficantes a lo externo de las favelas los acercaron a las zonas colindantes con las barriadas más lujosas de Río de Janeiro, como Copacabana, Ipanema y Leblón, con lo que se complicó por completo el seguir tratando de “tapar el sol con un dedo”.

La situación parece ser que quedó descontrolada a raíz del Mundial y los sectores intelectuales y profesionales comenzaron a sensibilizarse mucho más ante un panorama que ahora sentían más “cerca”. Estudios independientes y organizaciones internacionales coinciden en que desde 2008 se va de mal en peor, pues la presencia de unidades con armamento de guerra en las favelas dispersa el crimen hacia la periferia y agrava la violencia en estas barriadas. Según Amnistía Internacional, es preocupante el gran aumento de la violencia policial en los años de los grandes eventos.

Hoy, tras solo dos años del Mundial, la pesadilla se repite no solo en las áreas periféricas sino también en los centros más turísticos de Río de Janeiro y tras las cámaras, lejos de las arenas oficiales, una segunda arena se desangra gracias a un nuevo evento que el país no estaba listo para afrontar.

Pero la violencia no es el único azote a los cariocas, en diciembre de 2015 el sistema de salud de la ciudad colapsó por la falta insumos esenciales como gasas y desde entonces, como parte de las consecuencias de dicho colapso, otros sectores quedaron afectados y tanto policías como profesores reciben, aun hoy, su salario a plazos. Lamentablemente las autoridades brasileñas exhiben la misma prisa e interés por atajar estos problemas que la que muestran para paliar la guerra no declarada en las afueras de Río de Janeiro.

Ahora sí, con las dos caras de la moneda sobre la mesa, podríamos decir que la experiencia de los primeros JJOO en América Latina debería ser un motivo de sensibilización a nivel de continente y abrir un diálogo del rumbo social de ésta.
Pareciera que para la ciudadanía y medios locales (que no los medios internacionales) la arena real está fuera de los estadios.

Quienes observamos desde la distancia podemos elegir. Podemos disfrutar de lo que las privilegiadas pantallas que invirtieron en millonarios derechos de retransmisión nos den,  o bien, además de eso, podemos tratar de ser un agente multiplicador de valores positivos. Por lo menos deberíamos aprender de los males en Río de Janeiro y trasladar la experiencia hasta el patio local de nuestro entorno, que ni es perfecto ni está cerca de serlo…

Podemos, por lo menos, hacer de la realidad carioca  una semilla para hacer el bien sobre la realidad de cada uno de los países de la región. Al fin y al cabo, la forma en que decidamos vivir la experiencia que nos dejan las Olimpiadas de Río 2016 será, como todo lo que acontece en nuestra vida, cuestión de actitud.



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